Eran finales del siglo XIX, específicamente el 12 de octubre del año 1891, cuando Frederic Schad vio la luz del mundo. Su padre, Jacobo Schad, era un comerciante originario de Zúrich, y su madre era Ida Suter, quienes también procrearon otra hija, Jeanne.
Schad vivó su infancia en Zúrich y en sus años de adolescencia estudió en un colegio de comercio. A los 18 años de edad, se enroló en el ejército suizo por el periodo reglamentario, una obligación de la época dirigida a todo ciudadano varón suizo. Transcurría el 1910. Allí ganó ciertos honores y un año más tarde se trasladó a Milán, Italia, donde pasó a formar parte de una compañía suiza dedicada al negocio de importación y exportación, iniciando así un largo camino en el área del comercio internacional.
Al año siguiente, a Schad le fue encomendada una nueva misión, esta vez en el Lejano Oriente. Desde Manila, Filipinas, trabajó durante seis años viajando a Japón y China, ejerciendo el comercio y conociendo muy de cerca la dinámica de dos mercados gigantes en el mapa de las importaciones y exportaciones mundiales. Sin embargo, lejos de grandes potencias, más tarde le tocaría echar raíces en República Dominicana, donde fundaría su empresa naviera Frederic Schad.
La travesía en la vida profesional de Schad fue larga. Años más tarde, motivado por la sed de nuevas conquistas, cruzó el Atlántico y desembarcó en Nueva York, Estados Unidos, donde permaneció un tiempo trabajando. Fue en 1920 cuando emprendió un nuevo viaje, esta vez a República Dominicana, país que en ese momento se encontraba invadido por el ejército norteamericano.
Schad había leído en un periódico de la época un anuncio en el que se solicitaba un ayudante para trabajar en el ingenio Consuelo, de San Pedro de Macorís, tierra donde nacía la caña de azúcar que despegó la industria dominicana y que la abrió hacia los mercados internacionales. La misión era trabajar como asistente de Gaetan Bucher, un compatriota suyo que dirigía la parte comercial y de almacenaje del ingenio.
Apenas unos meses duró Schad en el ingenio Consuelo. Por mutuo acuerdo junto con Bucher, decidió marcharse a Santo Domingo, en el primer trimestre del 1922. En aquel entonces, viendo que el puerto del mismo nombre y el más antiguo del Sistema Portuario Nacional comenzaba a tomar cierta relevancia, Schad se establece como agente naviero y funda su empresa, a la que denominó Frederic Schad.